lunes, 9 de febrero de 2009

Máximas


Si no se tiene dinero no se puede comprar. Pero claro, existen las opciones de compra. Abonas un 4%, adquieres todos los derechos y sin tener dinero ya se ha comprado.


En el mundo económico las empresas han dé demostrar su solvencia. Si, pero si los de la DGA se empeñan, ¡qué más da!, aunque te acusen de estafador, de negocios oscuros, estos amigos de la DGA no te piden ni explicaciones, ni capital social, ni solvencia económica y ni siquiera hace falta presentar los solicitados avales. Si alguien se queja, decimos que ya estamos abriendo unas oficinas en PLAZA, ¡A lo grande! Y fichamos a un tipo majete que sea inglés y ya veréis como les mola. ¡Si hasta nos dejan su logo para vender motores de agua! ¡Pero ojo que los aragoneses son muy tozudos! Todo es aparentar: avión privado, viajes, buenos restaurantes y si hace falta se dice que no nos afecta la crisis; después ellos pagan la gala, pero sin pasarse de pedir, que lo de la alfombra roja no caló.


Las instituciones defienden a sus ciudadanos. Lo dan todo por sus ciudadanos, y si una minoría se cuestiona las cosas y no coincide con la opinión de la mayoría, ya sale el mismo Biel y les llama cenizos. Si alguien no quiere vender sus terrenos, tranquilos que ya habrá expropiación, todo lo que haga falta por favorecer a la empresa privada.


La pluralidad, el respeto a las minorías, el debate y la información son pilares de la democracia. En un año no se ha producido ni un solo debate sobre Gran Scala en la televisión publica Aragonesa. Y todos los que se han realizado han sido organizados por las Plataformas de oposición al proyecto.


Las tierras del ayuntamiento son para interés general. Necesitamos urgentemente casinos, porque dan empleo, como otras tantas miserias y vergüenzas, que sólo a unos pocos nos gustaría eliminar. Pues claro, debajo de casa tienes un bar con tragaperras y por eso quieres millones de tragaperras, para que tu hijo tenga un futuro digno, educación y cultura. Por las bibliotecas, el médico, los servicios públicos, por eso no hay que preocuparse, eso no alimenta. Ahora se ha descubierto que la tierra, la tierra de tu familia, tampoco sirve de nada y se puede malvender a cualquiera. Quizás algún día te des cuenta que tú resignación ha vendido la ilusión de tus hijos, de aquellos que aspiran a otra forma de desarrollo para sus vidas, a un futuro en el que se puedan sentir orgullosos de su pueblo, de su casa, calles, plazas y de su gente, del río, los campos, los montes y la masías. Esa tierra que trabajaron los antepasados, que labraron y segaron, esa tierra ya no alimentará ni los sueños y ni las ilusiones de los hijos porque parece ser que ya no hay futuro, sólo resignación. Y sabemos de la soledad en los pueblos, de esa soledad que viene en el invierno, con la boira que solo el cierzo escampa; esa soledad que nos resigna, pero a la vez nos alegramos con el calor del verano, cuando la vida inunda los pueblos, las fiestas siempre nos entusiasman y nos enorgullecen de nuestra gente, de nuestro pueblo y nuestro lugar. Con esa ilusión decimos que otro futuro nos es posible, que nos pertenece el futuro porque el pasado ya es nuestro, sin resignarnos, ni querer que todo lo que conocemos sea absorbido por la nueva gran ciudad del juego. Es un cambio muy enorme y drástico, a gran dimensión, a gran escala, que nos quita la ilusión y nos entristece.


Y si compran, la empresa realiza. ¡Qué va! Pues si la DGA ha de hacer la recalificación y cumplir todo el protocolo firmado: carreteras, luz, agua, depuradoras etc... Ha de llegar el dinero, un pequeño detalle sin importancia. Si algo es ilegal, es legal. Por algo estamos aquí: ¡¡¡CASINOS LEGALIZACIÓN YA!!!, y que se puedan llevar armas ¡cambiemos la ley de armas!: imaginaros los puestos de trabajo que se crearían, seguro que es la única forma de desarrollar algún pueblo de Aragón, no hay alternativa posible y ahora no hace falta ni dinero para construir castillos en el aire, tan solo con una idea basta. ¡En Aragón se puede hacer todo!.

Aragón, la tierra de los casinos de interés general. ¡Que no pasa nada! Lo dijo un directivo de ILD, lo tienen todo pensado: si el juego genera ludopatía, problemas familiares, desgarro social, no hay problema, ¡construiremos un hospital psiquiátrico!.


Si no se hace no se pierde nada. Por ello hemos de decir que, desde el primer día, Gran Sacala afecta a nuestro entorno. Ya han decidido por nosotros, nuestro futuro ha sido remplazado por una nueva ciudad tipo Las Vegas, no hemos podido decidir ni mu. Algunos se alegraron, se hizo soñar con dinero e ilusión y a otros nos quisisteis hacer callar, con el miedo, que en muchos pueblos ha abierto y continuará abriendo heridas que tardaran en cerrarse. Porque no todo el mundo piensa igual, porque no toda la gente apoya esta barbaridad y porque no todo el mundo quiere vender. Y lo sabéis, y utilizáis el miedo, asustando con la expropiación, dejando indefenso a quien no comparte vuestra gran ilusión por los casinos. Gran Scala es la nueva gran ciudad del juego, la nueva las Vegas, así la llamasteis y así la presentasteis. Los que en estas tierras vivimos, en Monegros y Baix Cinca sí que hemos perdido, si se hace, todo lo que hemos conocido hasta ahora cambiará, nuestro entorno se transformará completamente. Y si no se realiza, esas ilusiones pérdidas y esos miedos, nos harán permanecer por mucho tiempo en un invierno: de nieblas y triste soledad. El cisma ya está en los pueblos, por culpa de una idea estúpida fomentada por espíritus de trasnochados caciques que piensan entrar a formar parte de la Historia de Aragón por la puerta grande. No nos gustan las apuestas, nos ceñimos a los datos y la probabilidad de ver funcionando los casinos de Gran Scala no parece muy próxima. El proyecto que va a tapar la poca capacidad de los políticos de la zona para desarrollar la comarca de una forma sostenible y acorde a las líneas de crecimiento marcadas por el siglo XXI no se va a realizar en breve y no va a ser la solución a la crisis. Pero bueno, las ilusiones son votos, ¿no? y por un voto se hace lo que haga falta, ¿no?. Pues, venga, ¡enciendan las luces que el circo continua!


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