Otro mundo es posible, porque solo otro mundo es posible. No podemos ir contra las personas, ni contra la tierra, en definitiva no podemos ir contra nosotros mismos. El mundo actual se divide entre los ricos y los pobres, el mundo “desarrollado” y “el tercer mundo”, aceptamos a nuestro mundo con su mitad condenada a la pobreza, al hambre, a las guerras y a la miseria por la avaricia del supuesto “mundo desarrollado”.
Queremos joyas con diamantes obtenidos con guerras en Sierra Leona y teléfonos móviles con coltán manchado de sangre en el Congo, petróleo de Irak, gas que pase por Afganistán, ropa tejida por niños explotados, empresas que contaminan nuestro mundo y nuestros alimentos, queremos muebles de madera que deforestan el Amazonas y abrigos de foca matadas salvajemente a golpes. Queremos construir para que los ricos ganen más y los trabajadores seamos victimas de su especulación, que los bancos jueguen con nuestros dineros y se repartan los beneficios mientras los estados les inyectan millones para asegurar liquidez. Asistimos a despidos en empresas que no arruinadas, ni en peligro despiden a sus trabajadores por no alcanzar los beneficios deseados, aún siendo el balance positivo. Perdemos derechos laborales ya que la patronal amenaza con cerrar o deslocalizar, vemos como muchas entidades públicas acumulan grandes deudas y la solución es privatizar, como el caso de las universidades con el plan Bolonia. Quieren que sólo estudien los ricos, que las empresas decidan qué es bueno para nosotros y si alguien protesta, a porrazos, que no hay más razón que el capital.
Vivimos en un mundo extraño, donde una parte de la sociedad cree en un ser supremo y sobrenatural bajo el cual se puede expresar irresponsablemente que una medida de protección, ante una enfermedad que causa millones de muertos cada año, no se debe emplear porque si no en el cielo se te castigara.
Una parte del mundo no quiere más guerras, no quiere más destrucción; la inteligencia, el conocimiento y el razonamiento no permiten tantas heridas. Ni en Gaza, ni en el Tibet, ni en el abandonado pueblo Saharaui, ni en ningún otro lugar del mundo donde la violencia se manifiesta. La paz, el respeto, el entendimiento y la cooperación han de abrirse camino, desterrar al capitalismo que nos destruye y replantear el consumismo que tanto daño provoca.
Es fácil entender porqué nos oponemos a esta forma de desarrollo, en el que cada día contaminamos más, invadimos más con hormigón, aumenta la precariedad y la inestabilidad laboral, falla el sistema educativo, cada día la medicina es un negocio en el que solo los ricos se benefician. No somos anti-sistema, somos anti-este-sistema, de minas en Borobia, térmica en Mequinenza, líneas de alta tensión, urbanismo salvaje etc.. Hemos de progresar sin destruir los Pirineos, se merecen mayor respeto que ser pistas de esquí y embalses, que en Monegros se comience a practicar una agricultura responsable y sostenible, en base a una eficiencia en los recursos, en la planificación, en la gestión, en la transformación y en la distribución. Los ejemplos existen en los mismos Monegros, son viables y reales, pero a las diferentes administraciones no les interesa introducir modelos de agricultura y ganadería que no asfixien, ni diversifiquen la estructura actual que monopolizan y controlan a su merced. Hay ejemplos de compromiso con la tierra, que lejos de mostrar más o menos fervor de defensa en “es el agricultor a quien más le interesa defender la tierra”, luchan por una agricultura ecológica, sostenible y comprometida con la sociedad, sin transgénicos, sin especuladores ni intermediarios, como es el caso de los agricultores Franceses.
El capitalismo permite plantear un consumo sin sentido y sin límites, para que los pobres del mundo rico sueñen con el dinero depositando monedas en las tragaperras o apostando contra una banca que siempre gana. La ilusión que crea el dinero deshumaniza al ser humano. Lo de los parques temáticos es asunto de cultura, no se puede hacer pagar por pasear por los Pirineos pero si por ir a esquiar, Monegros lo denotan llamándolo secarral y los de Ontiñena dicen que esas tierras no valen nada. Nos dicen de un ocio de espías para sentirte mejor y estar a la altura de una sociedad homogénea, sumisa y políticamente correcta, de su sociedad consumista y a la que no le importa la otra mitad del mundo. En una parte del mundo un niño debe de trabajar mientras en este “mundo desarrollado” los niños han de tener montones de juguetes, consolas, parques temáticos para el día de mañana ser un perfecto consumidor. En este mundo nuestra cultura no vale nada, porque así se anula la identidad, la personalidad de las personas y la sociedad, para estandarizar una cultura absurda de un consumo desenfrenado.
Si no utilizas este producto no limpias, si no usas este jabón te saldrán arrugas, sin este seguro estarás indefenso y con esta hipoteca tienes más ventajas, si no compras este coche no sabes lo que es conducir y si no llevas este modelo de ropa no vas a la moda, si no acudes a nuestro parque no disfrutaras del día más maravilloso de vuestras vidas. ¡Y si no se hace Gran Scala no tendréis futuro!
¡Nuestro futuro es enronarnos de casinos!
Sin ética y sin moral, sin reflexionar según las personas, la sociedad y el entorno; a lo grande como en
LMNSV
3 comentarios:
Y los de la OTAN que se vayan también a tomar por culo de Zaragoza
enhorabuena por tu opinión. Hace mucho tiempo que no leo nada tan bien razonado y escrito desde el conocimiento, la experiencia y el corazón. Me sorprende y alaga tu sencillez y honestidad. Un abrazo desde el corazón. Ojalá nos sigan escuchando. El camino esta hecho solo hay que andarlo con conciencia, amor y responsabilidad. Un abrazo hermano! Gonzalo
ja, líneas de alta tensión y coltan, sabes cuánta electricidad consumen los servidores que google tiene para blogspot? Espero que estés posteando desde una biblioteca pública al menos, que no tengas ordenador, ni móvil ni línea adsl contratada y que no cojas el avión para viajar!
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