Ante el proyecto “gran escala” de hoteles, casinos, campos de golf y parques temáticos que pretenden ubicar en la comarca de los Monegros, decimos no. ¿Por qué?
Porque vivimos en los Monegros, y queremos desarrollo, pero sostenible, que ponga la economía al servicio del interés social y medioambiental. Y el interés social nos parece inexistente, o ¿acaso lo tiene fomentar un tipo de ocio basado en el juego y en el consumo sin sentido? ¿O acaso lo tiene contribuir a multiplicar los graves problemas psicológicos asociados al juego? ¿O acaso lo tienen las actividades que frecuentemente aparecen asociadas a los lugares donde se mueve mucha gente y mucho dinero? En los tiempos que corren, cualquier actividad económica debe partir de una verdadera utilidad social en sí misma, utilidad de la cual carece este proyecto.
Porque nos gustan los Monegros, como son, un tesoro que hay que conservar, un tesoro ecológico y cultural, donde ubicar un proyecto así arremete contra su identidad, identidad vinculada a la estepa y al regadío, al trabajo digno y a la riqueza paisajística y natural.
Porque a estas alturas de la historia, tras décadas y décadas acumuladas de maltrato medioambiental, parece mentira que se siga apostando por un modelo de desarrollo basado en el crecimiento y el progreso sin sentido. ¿Cuántos millones de toneladas de CO2 se van a emitir en la construcción y mantenimiento de “gran escala”? Seguro que se hará uso de las últimas tecnologías en gestión del agua y producción de energía, pero unas infraestructuras de este tipo no aparecen por arte de magia, requieren el empleo de inmensas cantidades de recursos, sin considerar siquiera el coste ambiental del transporte de esos millones de visitantes y las infraestructuras asociadas a dicho transporte. ¿Cómo va a poder soportar nuestra tierra tal proyecto sin padecer un grave deterioro?
La administración debe trabajar por el desarrollo de sus gentes con transparencia, informando y fomentando el debate. Debe responder a las opiniones ajenas con respeto, no con descalificaciones sin argumentos, o haciendo gala de comportamientos más propios de otros regímenes políticos. ¿Cómo se puede decir que el proyecto va a cumplir con la legislación medioambiental porque un determinado partido tiene las competencias en dicha materia? ¿Qué nombre tiene esto? ¿Se van a modificar leyes? ¿Se va a legislar a la medida de estas grandes multinacionales del juego? La administración y los promotores han decidido la ubicación del monstruo. ¿Y la gente qué pintamos? Exigimos el derecho a decidir sobre nuestro futuro.
Tal vez el orgullo de algunos políticos crezca gobernando un territorio que ha aumentado considerablemente su población. ¿Pero debe ser el crecimiento de la población un objetivo? Nosotros pensamos que lo importante es que la gente que viva, viva bien. Nuestra calidad de vida la aporta en buena medida la singularidad del medio rural, su tranquilidad, su silencio… ¿Con que derecho van a alterar de forma tan radical la vida en los Monegros? Nos imaginamos a nosotros mismos, en un futuro no deseado, siendo observados por algunos de los millones de turistas que irán a “gran escala” mientras estamos regando en el campo, ¿cómo seremos vistos? ¿como indígenas de los Monegros? Bromas aparte, ¿qué pretenden hacer con esta tierra? Un monstruo de tal envergadura nos asusta porque puede afectar profundamente a nuestro estilo de vida y puede condicionar tremendamente nuestro futuro en el medio rural
Está claro que esta inversión va a estimular la actividad económica, va a generar rentas a algunos y también a las distintas administraciones, que por otro lado suponemos que deberán ocuparse de la prestación de los servicios necesarios, como agua, infraestructuras para el transporte, servicios educativos, sanitarios… Aunque hablando de rentas, sobretodo el proyecto dará beneficio a sus inversores, que como nuestros gobernantes lo justifican en base a la creación de empleo. Pero, ¿qué tipo de empleo?, ¿en qué condiciones?, ¿quién lo va a realizar?, ¿30.000 empleos? Si aquí no somos tantas personas. Si vamos todos los monegrinos aún nos faltan casi 10.000 trabajadores.
Se puede y se debe crear empleo, y a lo mejor nos bastaba con 200, o 300, o… pero en actividades que contribuyan a aumentar la riqueza social, cultural y medioambiental de los Monegros, riqueza que conforma su identidad. ¡Cómo si no quedaran cosas por hacer! Pensamos que se debe potenciar el valor ecológico y cultural mediante mayores figuras de protección, tipo parques naturales y centros de interpretación. Se deben potenciar las actividades vinculadas a un turismo responsable que venga a conocer Monegros por el encanto de su tierra. Se debe seguir mejorando la eficiencia de los regadíos. Se debe seguir desarrollando proyectos vinculados a la sostenibilidad medioambiental. Se debe impulsar la industria de transformación de los productos agrarios, para que esta riqueza genere trabajo aquí. Se debe seguir impulsando los distintos servicios a la comunidad, a los mayores, a los niños… mejorar la inversión educativa y sanitaria…
Papel de la gente que vivimos en esta tierra es luchar por este tipo de desarrollo, mediante nuestras asociaciones, nuestro trabajo, nuestros comportamientos de consumo, y también nuestra inversión… Papel de las administraciones debería ser potenciar este desarrollo, más aún si se consideran progresistas o de izquierda. Los millones de euros que van a venir no piensan en el bienestar de esta tierra, sino en obtener beneficio. Ya es hora de que deje de ser el interés del capital, y su “ética” del beneficio, el que determine la actividad económica ¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos a pensar? ¿En qué vamos a trabajar?
Es un buen momento para que empecemos a imaginar el futuro que queremos, y vayamos a por él. Nos llena de tristeza imaginar un futuro en el que esta tierra no sea conocida por su laguna, por sus parajes, o por proyectos ilusionantes que con sus recursos y con sus gentes puedan emprenderse
Otro mundo es posible, pero no a “gran escala”.